Rodeo las piernas con los brazos, apoyo la cara sobre mis rodillas y cierro los ojos.
Él tiene razón. Como siempre. No se tratar a las personas.
Se que podría excusarme con millones de argumentos. Podría hablar horas y horas de mis circunstancias y yo, de toda la gente con la que me encontré a lo largo de los años, todas las situaciones y momentos que me llevaron hasta este punto. Pero qué más da. Eso ahora no tiene ningún interés.
Me levanto de la cama. Ando descalza hacia la ventana y me quedo allí parada, apoyando la nariz en el cristal. Me gusta lo que veo: el río, el puente iluminado, las torres... Una mano recorre mi mejilla y eso me hace esbozar una sonrisa, aunque ni eso ni el espectáculo más allá del cristal de la ventana me hacen sentir bien del todo.
Hay gente que hemos nacido para ser diferentes.
Él tiene razón. Como siempre. No se tratar a las personas.
Se que podría excusarme con millones de argumentos. Podría hablar horas y horas de mis circunstancias y yo, de toda la gente con la que me encontré a lo largo de los años, todas las situaciones y momentos que me llevaron hasta este punto. Pero qué más da. Eso ahora no tiene ningún interés.
Me levanto de la cama. Ando descalza hacia la ventana y me quedo allí parada, apoyando la nariz en el cristal. Me gusta lo que veo: el río, el puente iluminado, las torres... Una mano recorre mi mejilla y eso me hace esbozar una sonrisa, aunque ni eso ni el espectáculo más allá del cristal de la ventana me hacen sentir bien del todo.
Hay gente que hemos nacido para ser diferentes.