20.11.06

DE UNA MENTE ACOSTUMBRADA A SUFRIR

Rodeo las piernas con los brazos, apoyo la cara sobre mis rodillas y cierro los ojos.

Él tiene razón. Como siempre. No se tratar a las personas.

Se que podría excusarme con millones de argumentos. Podría hablar horas y horas de mis circunstancias y yo, de toda la gente con la que me encontré a lo largo de los años, todas las situaciones y momentos que me llevaron hasta este punto. Pero qué más da. Eso ahora no tiene ningún interés.

Me levanto de la cama. Ando descalza hacia la ventana y me quedo allí parada, apoyando la nariz en el cristal. Me gusta lo que veo: el río, el puente iluminado, las torres... Una mano recorre mi mejilla y eso me hace esbozar una sonrisa, aunque ni eso ni el espectáculo más allá del cristal de la ventana me hacen sentir bien del todo.

Hay gente que hemos nacido para ser diferentes.

13.11.06

¿QUÉ SERÁ LO PRÓXIMO?

Si tengo que tomar una decisión, por favor, dame cinco opciones.

Tacharé las opciones que llevan la palabra "nunca" y la palabra "siempre". Como todos sabemos, esas afirmaciones no pueden ser reales.

Dejaré como ciertas las frases que contienen un "puede", "suele" o que me dan un ejemplo raro, con sus cifras y sus porcentajes. Normalmente suelen estar cogidas de algún sitio literalmente, como quien recita algo de corrido, por lo que acostumbran a ser ciertas.

Mi mente se está convirtiendo en un enorme cajón de opciones falsas, correctas e impugnables. Pregúntame algo, lo que sea: dónde quiero ir, qué es lo que quiero comer hoy, cómo me siento... Hazlo, pero acompaña tu pregunta de cinco opciones:

1. Puede que me sienta feliz.
2. El 73.5% del tiempo me encuentro moderadamente feliz, con un riesgo relativo de tristeza del 1.3 (intervalos de confianza 0.8-2.7, con una p<0.05)
3. Me encuentro como aquel 3 de mayo del 2001 cuando lucía el sol, los pájaros cantaban y las nubes se levantaban, en el que una enorme sonrisa llenaba mi rostro.
4. Nunca me había sentido más feliz.
5. La prueba más fiable para descubrir el grado de felicidad es hacerme un ecodoppler y ver si la sangre todavía fluye.

Esto está creando un daño neuronal irreversible...

2.11.06

INTIMIDAD

Barcelona me recibe siempre con los brazos abiertos, me espera, aguarda a que llegue rendida y consigue recuperarme. En sus calles me he encontrado mil veces, intercambiando conversaciones con amigos casi olvidados en paseos eternos y descubriendo nuevos rincones que añadir a la lista de los lugares a los que tendré que volver en la próxima visita.

Me gustaría volver a esa habitación de hotel, donde las mañanas me arrancaban una sonrisa y los besos las ganas de no levantarme nunca. Salía al balcón y la plaza me daba los buenos días, mientras podía sentir el viento que venía del puerto y que se había llevado la niebla que, durante la noche, había cubierto los edificios casi por completo.

Me encantaría regresar a aquella taberna, a escuchar a Jorge y al Señor Auster hablar de antiguas anécdotas de tiempos que les parecen remotos, riéndose y contagiándome su alegría.

Regresar delante de la Bailarina de Gargallo, dar vueltas alrededor del cristal que me separa de ella, observando sus recovecos y vacíos, reconociendo al autor en cada linea, en cada espacio, para encontrar los ojos de Maite al otro lado del expositor, buscando lo mismo que yo, con la misma sonrisa que debía existir en mis labios.

Sería fantástico poder volver al piso de Alba y Puskar, escucharles hablar durante horas de sitios y lugares cotidianos para ellos, viendo fotos tomadas en el otro extremo del planeta, fotos de rostros que se hacen familiares con cada una de sus palabras.

Querría estar allí... Pero éste es mi sitio. A fin de cuentas, siempre es algo pasajero.