22.4.07

HIERE QUIEN QUIERE Y QUIEN PUEDE

Como Ardaleth contaba hace poco, cada vez soy más consciente de que escondo mis fantasmas en el armario igual que en las películas agolpan el desorden detrás de la puerta. Con esto se corre el grave peligro de que cualquier minucia - una ráfaga de viento, por ejemplo - abra la caja de Pandora proyectando todo hacia fuera repentinamente, con resultados catastróficos.

Hay cosas para las cuales mi fortaleza es inigualable. Sin embargo, para otras, parece que esté hecha de cristal. Será porque no consigo aprender, no del todo, de las malas experiencias pasadas. De alguna forma sigo teniendo fe en el ser humano, cuando si tuviese una memoria superior a dos segundos debería aislarme en una cueva. Soy así. Mi hipersensibilidad sigue jugándome malas pasadas.

Así que estoy en un momento delicado anímicamente hablando, aunque ya recuperándome. De momento voy ganando pequeñas batallas, - no rendirme ante la presión de la masa siempre es satisfactorio,- y reconstruyendo mi universo después del último tornado. Además, se acercan tiempos mejores. De momento mi nueva guitarra me acompaña. Y creo que era lo único que me faltaba para enmarcar mi imagen bohemia.

9.4.07

LA VIDA ES FLUIR

Parece que las cosas se van aclarando: los días pasan y van desapareciendo las incertidumbres. Sin embargo me extraña cómo estoy. De alguna forma me siento rara, porque me encuentro dispuesta a cerrar una página apenas sin mirar atrás.

Se que mucha gente va a perderse, tal vez demasiada, pero parece que no me importa. Ya he pasado por esto antes, y aunque la otra vez fue una huida en toda regla, la sensación es la misma: necesito un cambio. Es cierto que ahora no creo que tenga que conocer gente nueva, aunque sin duda lo haré. Supongo que con el tiempo voy siendo menos ilusa y espero menos de las personas. Pero sí, necesito un cambio. Necesito salir de este círculo que me aprisiona y no me deja respirar, de la cárcel en la que me metí sin saber muy bien lo que hacía.

Hay una cosa en común a aquella escapada a los 18 y ésta, 7 años después. El hecho de que, al repasar las personas con las que lo he vivido, me doy cuenta de que muchas no merecen la pena. Otras sí, por supuesto, pero las diferencias con el resto de la gente, que mientras tanto me parecían defectos casi sin importancia, ahora se que serán la causa de que los olvide.

La vida es fluir... Y como sigue diciendo la canción: "...Como estos pensamientos que tratan de huir/ de una mente acostumbrada a sufrir..."

Me gustan los cambios.

2.4.07

EL TREN QUE SE LLEVABA TU ANGUSTIA SE RETRASA

Estaba buscando un relato que parece ser que he perdido (en otra situación esto me hubiese hecho entrar en un ataque de nervios pero afortunadamente en este caso tiene remedio) cuando, esperando a que el perro odioso de Windows me ofreciese alguna pista, han aparecido fotos de Santa Anita.

No eran las fotos que hice yo allí, sino unas que nos dejaron antes de ir, que yo misma me encargué de pedir por el simple hecho de ir adelantando acontecimientos, de poder prepararme para lo que iba a ver. Hoy las encontré de nuevo, ya olvidadas, y las reconocí. Reconocí en ellas los rostros de personas a las que tuve la oportunidad de conocer: Giovana, Ada, Brenda, Pipo... También de muchos rostros sin nombres, incapaz de recordarlos todos, pero allí estaban: la misma mujer que en una de las charlas se sentó en primera fila y asentía muy seria a todo lo que decíamos. Una de las cocineras, esgrimando un cucharón de palo. Niños a los que esquivaba todas las mañanas cuando entraba a casa, tripas que palpé, pesos y alturas que apunté, corazones que pude escuchar latir.

Me ha emocionado verlos en esas fotos, comprender que ahora podía atribuírles un recuerdo a cada uno de ellos. Ha sido agradable ese paseo y, sin embargo, la última foto me esperaba. Ya la primera vez me generó inquietud, pero ahora más todavía: recordaba a Ana, jugando con una Barbie vieja y sucia, peinándola constantemente aunque nada podría hacer que la muñeca mejorase. Empeñándose en mostrarla a la cámara, más importante que ella misma, orgullosa de ese montón de plástico.



Y ahora, después de todo estos recuerdos, la muñeca de Brenda me esperaba: más horrenda todavía, sucia, vieja, casi un muñeco diabólico más que otra cosa. Pero ahora comprendía que era su muñeca. Algo que era suyo, única y exclusivamente suyo.

Hay sitios donde los sueños mueren antes de nacer.