Estaba el otro día apropiándome de un nuevo libro - dos, si hablo con propiedad, - cuando tuve que esperar más de la cuenta en el mostrador de la librería. Inmediatamente me fijé en el libro que compraba la chica de delante, ya lo se, no debería, pero es un vicio inevitable. Como cuando en el metro siempre intentaba saber qué estaba leyendo el de al lado, o el de enfrente, o, o...
El hecho es que estaba comprando Guerra y Paz, lo cual me sorprendió bastante - para bien, por supuesto. - Era una edición nueva, bastante bonita, mejor que la mía que parece original del siglo XIX y pesa un quintal. Llevaba una tira de esas de papel alrededor que cuenta que lo ha leído mucha gente y en la que un crítico desconocido dice cosas como "Un libro exquisito" o "Una novela imprescindible". En este caso, en la tira ponía el precio y el número de ejemplares vendidos. Curioso cuando menos porque, ¿Cómo puede saber alguien cuántos ejemplares ha vendido Guerra y Paz? ¿Desde cuándo los cuentan?
Mientras me preguntaba todas estas tonterías, la chica pagó su libro y pude escuchar lo siguiente:
- ¿Me lo envuelves para regalo?
- Claro. Entonces, si te parece, le quito la tira de papel, porque es donde sale el precio.
- Uy, no no, déjala. Así verá que es un best-seller.
Y yo, ¿Qué hice? Pues aparte de quedarme con cara de tonta, abracé mis nuevas adquisiciones - Kim de Rudyard Kipling y Nada de Carmen Laforet - y les dije que no se preocuparan. Porque aunque nadie los hubiese leído, yo los quería igual.
El hecho es que estaba comprando Guerra y Paz, lo cual me sorprendió bastante - para bien, por supuesto. - Era una edición nueva, bastante bonita, mejor que la mía que parece original del siglo XIX y pesa un quintal. Llevaba una tira de esas de papel alrededor que cuenta que lo ha leído mucha gente y en la que un crítico desconocido dice cosas como "Un libro exquisito" o "Una novela imprescindible". En este caso, en la tira ponía el precio y el número de ejemplares vendidos. Curioso cuando menos porque, ¿Cómo puede saber alguien cuántos ejemplares ha vendido Guerra y Paz? ¿Desde cuándo los cuentan?
Mientras me preguntaba todas estas tonterías, la chica pagó su libro y pude escuchar lo siguiente:
- ¿Me lo envuelves para regalo?
- Claro. Entonces, si te parece, le quito la tira de papel, porque es donde sale el precio.
- Uy, no no, déjala. Así verá que es un best-seller.
Y yo, ¿Qué hice? Pues aparte de quedarme con cara de tonta, abracé mis nuevas adquisiciones - Kim de Rudyard Kipling y Nada de Carmen Laforet - y les dije que no se preocuparan. Porque aunque nadie los hubiese leído, yo los quería igual.