¿Será esto hacerse mayor? Hablo de despertarte en medio de la noche dándole vueltas a algo, una y otra vez, sin conseguir llegar a una solución. Tal vez era esto lo que querían decir cuando durante años me acusaron de ahogarme en un vaso de agua, amenazándome con un futuro donde sí existían problemas de verdad.
Yo me hice mayor en el momento en que mi vuelo aterrizó en Barajas. No cuando soplé las velas en ese hotel de Cusco, ni cuando en la cima del mundo me di cuenta de que era capaz de hacer cualquier cosa. Mi cuarto de siglo empezó a pesar cuando comencé mi peregrinar por los hospitales y cuando por fin tuve que afrontar la pregunta que llevaba tanto tiempo evitando hacerme:
¿¿Qué coño quiero hacer con mi vida??
De momento he llegado a varias conclusiones, una de ellas clarísima: no me gusta tomar decisiones. Pero parece que esa es una de las obligaciones de la edad y el tiempo no se detiene.
Por supuesto se que no todo está perdido para Mae. Se que en cualquier momento, en cuanto llegue al estado de casi-certeza (hablar de certeza con una pregunta así me resulta imposible) volveré a tomarme la vida con mi carácter habitual: riendo mucho y llorando un poco más de la cuenta, pero no siempre de tristeza. De momento invocaré al pasado espíritu de Machu-Picchu y al alma errante de Belphegor para volver a creer que las limitaciones sólo existen en mi cerebro.
Yo me hice mayor en el momento en que mi vuelo aterrizó en Barajas. No cuando soplé las velas en ese hotel de Cusco, ni cuando en la cima del mundo me di cuenta de que era capaz de hacer cualquier cosa. Mi cuarto de siglo empezó a pesar cuando comencé mi peregrinar por los hospitales y cuando por fin tuve que afrontar la pregunta que llevaba tanto tiempo evitando hacerme:
¿¿Qué coño quiero hacer con mi vida??
De momento he llegado a varias conclusiones, una de ellas clarísima: no me gusta tomar decisiones. Pero parece que esa es una de las obligaciones de la edad y el tiempo no se detiene.
Por supuesto se que no todo está perdido para Mae. Se que en cualquier momento, en cuanto llegue al estado de casi-certeza (hablar de certeza con una pregunta así me resulta imposible) volveré a tomarme la vida con mi carácter habitual: riendo mucho y llorando un poco más de la cuenta, pero no siempre de tristeza. De momento invocaré al pasado espíritu de Machu-Picchu y al alma errante de Belphegor para volver a creer que las limitaciones sólo existen en mi cerebro.