13.12.06

NO EMPUJE SEÑORA, BAJO EN LA PRÓXIMA

Zimmer vaga sin rumbo, perdido en las palabras de un libro que nunca vio la luz, en una historia que acabó antes de empezar. En un mundo que es una sucesión de imágenes, de fotogramas, de escenas proyectadas en el vacío para un público inexistente.

Paul Giamatti esboza una sonrisa entre escéptico y maravillado ante el nuevo truco, escudriña a su interlocutor y finalmente se rinde, se deja ganar, compungido y admirado al mismo tiempo, sabiendo que pasaría horas en la oscuridad del patio de butacas.

¿Y yo? Yo me derrumbo sobre la cama, cansada, cuando al otro lado del móvil se escucha el click que acaba con la conversación, que vuelve a alejarnos y nos catapulta de nuevo a miles de kilómetros de distancia. Apoyo la cara en el hueco que deja mi brazo, y entonces lo veo, en el otro extremo de la habitación: un libro boca abajo. Sacudo la cabeza, y eso me hace salir del abismo, me obliga a ponerme en marcha de nuevo. Me pongo en pie, cruzo descalza el cuarto y cojo el libro entre mis manos. Por supuesto, no le doy la vuelta simplemente, sino que paso las hojas al azar. Nunca lo he leído, me falta tanto tiempo... Abro una página y me encuentro con esto:

"Quién iba a decirle cuando era un niño en una casa con jardín de Cartagena de Indias que acabaría 30 años después en el depósito de cadáveres de Nairobi, se para uno a pensarlo y parece increíble, pero también lo es que yo esté ahora contigo y me atreva a hablarte como si te conociera desde siempre, como si no hubiera sido prácticamente imposible que nos encontráramos. No salgo de mi asombro, me niego a salir de él, no quiero acostumbrarme, quiero vivir exactamente así el resto de mi vida, sin hacer nada ni desear nada más que lo que ya tengo ni a nadie más que a ti, agradeciendo que existas y me hayas elegido y que estés a mi lado cada mañana cuando me despierto, inmediata y carnal, no inventada, más verdadera y mía que yo mismo, haciéndome preguntas continuas, desafiándome a decir lo que he callado siempre, lo que ni recordaba, moldeada por el sufrimiento y la felicidad, frágil y sabia, deteniendo el tiempo para que duren como lentos días cada una de las horas y no empiece a remordernos la angustia del adiós"

Vuelvo a dejarlo en el estante. De nuevo, una vez más, las palabras conjuraron a los fantasmas.

4 comentarios:

Isabel dijo...

El fragmento está sacado de El Jinete Polaco, de Antonio Muñoz Molina.

Besitos

Zuviëh S.F. dijo...

Eso te iba a preguntar. xD
Cachis.

Toxcatl dijo...

Bueno, ya iba siendo hora de que dieras señales de vida.-

Anónimo dijo...

¡Qué bien escribe la gente que escribe bien!. ¡Fascinante Muñoz Molina!... Bueno; y tú también ma'heona'e...

Beso de hace mucho tiempo