29.3.06

EN OCASIONES ME LAS MANDAN POR FAX DESDE EL INFIERNO

Hoy recibí un chivatazo de uno de mis contactos. Al parecer, en un local de un popular barrio de Zaragoza se estaba vendiendo ropa de una conocida tienda de modas a muy buen precio. Lo cierto es que el comentario resultaba de lo más mafioso, y siendo que hoy era mi día de fiesta post-examen y que a mi madre le gustaba esa ropa, allí hemos encaminado nuestros pasos.
Después de un viaje en bus, que me ha recordado lo mucho que me gusta ir andando a los sitios, hemos llegado a la parada. Una vez allí, he seguido cuidadosamente las instrucciones: primera calle a la derecha, segunda a la izda torciendo a la altura de un cajero en obras, avanzar unos metros, llegar hasta una farmacia y torcer un poco antes. Sí, ahí estaba, la verja de hierro rojo que me habían indicado. Hemos dudado: ¿podríamos entrar así como así, o haría falta santo y seña? Tres señoras que rebuscaban en unas bolsas llenas de ropa a pocos pasos de distancia me han hecho decidirme, y nos hemos lanzado en dirección a la puerta.
Al abrir, otro mundo: una gran nave llena de ropa hasta los topes, y señoras revoloteando entre montones de camisetas. Extraño. Pero que muy extraño. Hemos conseguido vencer la sorpresa y nos hemos puesto también a mirar ropa, aunque yo no me podía quitar la sensación de estar en uno de esos casinos en plena ley seca, donde en cualquier momento podía haber una redada.
¿Curiosidades? El probador era una especie de baño sin puerta donde se agolpaban señoras de hermosas proporciones probándose bermudas de flores (porque no las ha descubierto el ejército, porque eso para ir de camuflaje no tiene precio) Otras no esperaban a tener sitio y se probaban las cosas en medio, tirando de la faja que no daba más de sí. ¿La razón a este descoque? Estaba PROHIBIDA la entrada a los hombres. Si fuese al revés saldría mañana en todos los periódicos, resulta vergonzoso. Un señor ha ido a entrar acompañando a su mujer, y ha sido despachado con un grito: "¡Hombres no!" Flipante.
Por lo demás, escenas típicas llevadas a la enésima potencia: ojos clavándose en mi madre viendo lo bien que le quedaba la ropa, acechando por si la soltaba (es que mi madre... Tiene todo el estilo que le faltaba al resto de la tienda) y un auténtico ataque contra la integridad de la vendedora cuando ha sacado una nueva caja de ropa. Un zafarrancho como no lo había visto nunca, del cual, cuando la vendedora ha conseguido salir, ha gritado: "¡Mátense, mátense tranquilas!" Casi me muero de la risa ahí mismo.
En fin, un viaje al lado oscuro de las compras. Ni Canal Street en Chinatown ni leches: monta un local clandestino, vende ropa buena de la temporada pasada a buen precio, prohíbe la entrada a hombres y mete a cincuenta señoras. Espectáculo garantizado.

24.3.06

USTED SE MUERE, HOMBRE, ¡QUE PASE EL SIGUIENTE!

Esta semana tuve el "privilegio" de adentrarme en los bajos fondos de la Sanidad Pública. Y lo hice hasta dos veces. Fue un viaje largo, de hecho siete u ocho paradas del autobús número 22 y después un breve paseo hasta llegar al Centro de Especialidades Inocencio Giménez, o "Indecencio" como decía mi médico, lo único con sentido que ha salido de sus labios en esta semana. Esperaba encontrar cientos de personas, colas en todas las ventanillas, paredes desconchadas y puertas que cierran mal. Todo era tal y como me lo imaginaba.
Lo que nunca hubiera podido imaginar, es que iba a descubrir un nuevo tipo de fauna urbana.
La especie en cuestión, lejos de extinguirse, va en aumento. La bautizaré como las "No-en-mi-turno" Dícese en la RAE que las "No-en-mi-turno" suelen ser señoras de edades comprendidas entre los 60 y xxx años, preferiblemente bajitas y "fuertes" que esperan a su próxima presa acechando en la sala de espera de las consultas médicas. Son sujetos que, pese a su aparente bondad e indefensión, harían cualquier cosa por evitar que alguien entre en la consulta por delante de ellos. Cualquier cosa.
Para que os quede claro, os explicaré mis encuentros, en dos ocasiones (uno cada día) con la siguiente especie:
DÍA 1: Busco a un traumatólogo llamado Palanca (y no es broma) Finalmente mi compañera de prácticas y yo misma localizamos su consulta, y como está la puerta cerrada decidimos esperar a que salga el paciente en cuestión para entrar. La puerta se abre, y nosotras nos dirigimos con paso firme y seguro entre los asientos de la sala de espera. Cientos de ojos se clavan en nosotras. Y de repente, escucho un sonido cada vez más cercano, insistente y repetido: "Chssss, Chssss"
¿Un camarero? ¿Un gato? El sonido se acerca y cuando mi compañera ya ha entrado en la consulta, y yo estoy a punto de hacerlo, alguien me agarra del brazo a la vez que escucho el "Chsss" en mi oreja: me vuelvo y encuentro ante mí a un auténtico ejemplar de "No-en-mi-turno" que me dice: "¡¡Que me toca a mí!!"
"Señora,- le respondo yo poniendo cara de Dr.House- soy de prácticas." A la vez que me zafo de su brazo y entro.
Por supuesto, no fue tan sencillo: la mujer estuvo en la consulta todo el rato que estuvimos hablando con el médico para corroborar la historia de las prácticas.
DÍA 2: Busco a un traumatólogo llamado Albareda (aquí no se puede hacer ninguna coña) Me he entrenado toda la noche para defenderme de los "No-en-mi-turno". El médico pasa consulta en la misma sala que el doctor Palanca, así que decidimos tomar posiciones: nos situamos al lado de la puerta y miramos a nuestro alrededor, de forma acechante. Justo a mi lado hay sentada una señora de aspecto beatífico, a la que sonrío y pregunto más por educación que por otra cosa, si el médico está dentro: "Sí, sí,- contesta la señora, devolviéndome la sonrisa,- pero..........." Sus palabras se pierden, no las entiendo, habla bajo y raro, así que desconecto y miro a la puerta, que en ese momento se abre.
Hago amago de entrar, pero de repente la señora de mi lado se transforma: es una metamorfosis peor que la de Kafka. Salta de su asiento y, a codazos y en una salida digna de Fernando Alonso, intenta adelantarme, mientras me golpea repetidamente las costillas. Yo lo único que quiero es librarme de ella, así que intento empujar a mi compañera para que entre de una vez, pero ella también está luchando: otra "No-en-mi-turno", la que salía, se encuentra bloqueándole la puerta, mientras le grita: "¡¡No os toca a vosotras!!"
En fin, todo muy patético. Cuando dos segundos después, ya con la bata y mirando las radiografías, entró en la consulta la "No-en-mi-turno" disfrazada de agradable abuelilla, y quejándose de que no podía andar, no pudo evitar mirarme y, compungida, decir: "Casi no te dejo entrar"
"No señora, y para lo que le duele la rodilla, lo de sprintar se le da muy bien"
Qué le voy a hacer. Otro día tendré que llevarme puesta la bata desde casa...

17.3.06

DISIMULAD LOS SORPRENDIDOS

Es lamentable reconocerlo, pero es así: no soporto a la gente.

¿Cómo he llegado a tal conclusión? Bueno, digamos que mis numerosos ataques de sociopatía a lo largo del día me han hecho darme cuenta de ello.
Normalmente siempre es igual: estoy tranquilamente y, de repente, alguien hace algo que me saca de mis casillas. Y lo peor de todo, ese alguien ni siquiera se da cuenta de que ha hecho algo molesto. ¿Y entonces? Entonces me acuerdo de Kill Bill.
La razón es muy simple: una mujer con mala leche y katana. Yo soy igual que Uma Thurman (bueno, ya me gustaría) pero sin katana. Creo que no hay nadie que pueda hacer más aprecio al personaje de Tarantino. Quién pudiera enfundarse un mono amarillo, soltar chispas por esos ojos azules y atacar a diestro y siniestro katana en mano. Jaja, qué sanguinario. Es la forma ideal para esbozar una sonrisa en motivos de máxima tensión.
Y cuando la furia es contra recintos/lugares, siempre puedes recordar a Ralph, el personaje de los Simpsom "El duendecillo me dice que queme cosas"
En fin, todos aquellos que habeis tenido un ataque de sociopatía alguna vez me entendereis. No hace falta que sea una situación especial: puede ser algún listillo que le pida como por demás a la camarera desde detrás de la barra cuando tú llevas un cuarto de hora esperando ("cuando puedas, ponme un café") alguien que decide que si todos están callados en la biblioteca será para que a él/ella se le oiga mejor mientras hace ruidos inútiles, los que siguen sin apagar el móvil en el cine y encima contestan ("oye, llámame luego que estoy en el cine") a los que, también en el cine, no pueden dejar de hacer comentarios de todo (aunque normalmente son ellos los que no pillan nada) los que no devuelven los libros a tiempo, las abuelas que andan encadenadas de cuatro en cuatro por las aceras de un metro de ancho a dos kilómetros hora, los que van con paraguas cuando llueve pegados a las fachadas y te hacen apartarte y ponerte empapado cuando tú vas sin nada, bajo amenaza de sacarte un ojo...
Ay, quién fuera Mamba Negra con un mono amarillo y una katana...

12.3.06

ESTÁ POR LA ESCUADRA

Últimamente, cuando voy al fútbol, me siento incómoda.

Estoy planteándome no abonarme el año que viene, pero se que a última hora me convencerán, me dará pena perderme los éxitos del Zaragoza (que se supone que tendrán que llegar, tarde o temprano) y me quedaré en la Romareda un año más. Y más ahora, que van a renovarnos el estadio y me han dicho que hasta tendrá calefacción :)
Pero ese no es el tema. El tema es la gente en el fútbol. ¿Por qué la gente se comporta en el fútbol como nunca lo haría en su casa, su trabajo...? Por favor, si alguno conoceis la respuesta, decírmela. Me parece "normal" gritar en un momento determinado, pero no pasarte los 90 minutos del partido insultando. Pero no es sólo eso: es la mala educación, los modos, todo. Seguramente si me sentara en el palco con mi amigo Solans otro gallo cantaría. Pero en el fondo es lo que hay.
Estuve dos años en una peña. No más, literalmente huí de ahí (no me gusta que me digan lo que tengo que hacer) En ese año, aprendí bastante psicología de masas, y cada partido me sorprendía dándome cuenta de que todo era verdad. Sobre todo esa máxima que le gusta tanto a Ardaleth y que dice algo así como: "La inteligencia de la masa es mucho menor a la suma de las inteligencias de sus miembros por separado"
Y yo, que sólo voy a ver al Zaragoza... ¿Qué pinto allí?

11.3.06

INDISCUTIBLE

Ayer vi Crash.
Que conste que no fui por el Oscar que le acaban de dar: quería verla desde hacía mucho, y hasta ayer no se presentó el momento adecuado.
La verdad es que con películas así da gusto, ni siquiera te importa pagar el precio de la entrada :) Desde el primer fotograma, desde las letras de créditos del comienzo, te das cuenta de que tienes delante de ti un peliculón con todas las letras. Sí, estoy impresionada, no lo puedo negar. Con Crash ríes, te emocionas, permaneces atento a cada uno de los detalles, de las palabras, sobrecogido ante todos los personajes que se deslizan por delante de tus ojos. La ciudad y el conflicto racial en toda su crudeza, sin moralizar, y sin embargo aprendiendo de cada personaje, bebiendo de ellos.
Por fin, cine en estado puro.
Lo cual a la que aquí escribe le produce una gran ilusión: a fin de cuentas, el cine es una fábrica de sueños. O, como creía Buñuel, el cine es la plasmación del sueño, su representación por medio del arte, un sueño colectivo. Merece la pena sentarte en la butaca, que se apaguen las luces, y soñar durante un par de horas con los personajes de Crash.
(Y vamos, le llegan a dar el Oscar a Brokeback y después veo Crash... Y me corto las venas)

10.3.06

CRÉETELO

Buscando en blogger acabo de encontrar a una chica que se llama igual que yo, tiene mis mismos años, y la estructura del blog es la misma (la de la gente que no tenemos ni tiempo ni habilidad con la informática)
¿Diferencias? Vive en Chile y tiene una niña de dos años monísima.
¡¡¡Podría ser mamá!!!
En fin, qué cosas más curiosas...

8.3.06

HOY AMANECE, QUE NO ES POCO


El sábado cumplí 24 añitos.

Qué barbaridad.

Lo cierto es que creo que fue uno de mis mejores cumpleaños: la gente se acordó, nadie falló a la invitación... Y tuve mucho papel de envolver con el que entretenerme :) No se qué haría sin mis amigos. Me ha costado mucho esfuerzo encontrarlos, y lo cierto es que tenerlos es impagable.
Por lo demás, muy poco que contar. El paréntesis del cumpleaños creo que me va a salir caro (pasado mañana tengo examen de urología y creo que acabaré yendo de tour turístico al examen, porque no puedo aspirar a mucho más) El viento sopló con fuerza en Zaragoza, hasta el punto de cargarse la 5 marzada, y casi también al Concejal de Cultura. Y bueno, vi mi primera (y supongo que última) autopsia. A mí no me importaría explicarla, pero se me olvida que la gente es sensible, así que si a alguno le interesa, que no dude en preguntarme.
¡Ah! Y volví al cine, de preestreno gratis (me encanta) Esta vez fue Syriana, la película que le ha dado un Oscar a George Clooney, que es el mejor de la película. Poco tengo que decir, considerando que no me gustan ese tipo de películas, pero lo cierto es que no estuvo mal. Mucho personaje, mucha trama... Pero poco profundizar en los temas, una pena, sobre todo cuando toca alguno bastante interesante. Y en cuanto al Oscar a mejor actor secundario... Creo que Hollywood ha entrado en la dinámica de dar premio a todos los guapos que se afean para un papel. Y yo me pregunto: ¿No tendría más mérito ser feo y salir guapo? (Véase Penélope Cruz, por ejemplo)
(Me encantan las fotos de nubes, ya se que me repito, pero no lo puedo evitar. Lo que nunca entenderé es por qué siempre los mejores cielos se ven desde las carreteras... Jeje, pero esa vez, por fin, llevaba la cámara a mano, aunque fuese la digital)

1.3.06

LAS DEMÁS COSAS ESTÁN DE MÁS


El otro día, tras mucho darle vueltas, llegué a una conclusión: sea como fuere, me había quedado sólo con una neurona.
Se que debería cambiar lo de "Mi perfil" pero bueno, ya me he encariñado, así que lo dejaremos aunque no sea verídico (de todas formas, como dice la cita: "todo el mundo miente, pero no importa, porque nadie escucha")
¿Cómo llegué a tal conclusión? Bueno, no fue fácil teniendo sólo una neurona, de hecho me costó bastante. Que había perdido materia gris estaba claro, CLARÍSIMO, de hecho. Pero bueno, algo debía quedar en mi cocoloco, más que nada por eso de mantener las funciones vitales... Etc, etc. Así que, de ese modo, me percaté de la realidad: había perdido a mis neuronas, se habían cansado de mí y se habían ido de jolgorio (pero uno mejor que el que me dieron a mí por acabar la carrera) Sin embargo, una neurona se había quedado conmigo. La llamaré "Pinza" (Pincita para los amigos)
Como podeis entender, trato a Pincita con mucho cariño y mimo para que no se vaya con las demás y me deje en estado vegetal. La verdad es que hago trabajar a la pobre sin conocimiento, para compensar lo que deberían haber hecho entre todas, y Pincita hace lo que puede. Se porta bien.
Así que desde aquí os animo a todos los que aún teneis neuronas intactas, a que las trateis con cariño y amor, no decidan huír.
Espero que las mías regresen algún día... De momento, sólo puedo recordar a Lisa Simpson escribiendo en su diario: "Querido cerebro: falta poco para que nos separemos..." Ay, yo ni siquiera pude despedirme. ..