2.2.06

CANSADO YA DE SER BUENA PERSONA

Estaba hablando por el messenger y me ha venido una frase de Homer a la cabeza (ese gran pensador del siglo XXI):
"Me río porque no lo conozco de nada"
Como todas las frases de Homer, que dice aparentemente sin pensar, (bueno, realmente no las piensa) es una pequeña joya. Se me ocurren millones de ejemplos para ilustrar la frase, empezando por Humor Amarillo (reírse de cómo la gente se abre la crisma rebozándose en barro resulta bastante cruel si te paras a pensarlo) El hombre siempre ha disfrutado del voyeurismo, esa capacidad de ver las vidas de los demás desde fuera, interesado, pero ajeno e inmune al mismo tiempo. Eso sin olvidar nuestra crueldad innata: del mismo modo que tenemos la empatía, algunos más que otros, el hombre es cruel por naturaleza. (Algunos ya incurrimos a veces en el odio social sin llegar a la sociopatía, pero ese es ya otro tema)
Y si no, quien esté libre de pecado...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, también tienen cierta gracia alguans situaciones similares a las que comentas cuando sí que conoces al "sufridor", a veces por lo ridículo de la maniobra, a veces por estar de cachondeo, a veces por... mil cosas.

Hace muchos años, 2 amigos míos hacían una ruta corta en bicicleta de montaña, a uno de ellos se le atascó la rueda en un lugar tal en el que le tocaba decidir hacia donde se tiraba: izquierda=zarzas, derecha=barranco de 5 metros... y eligió barranco. El otro compañero, cuenta, no pudo ayudarle hasta que se le pasó el ataque de risa que le dió cuando vio que miraba hacia un lado, hacia el otro... y elegía el malo.

Isabel dijo...

No se quién se inspiró en quién, la verdad. Seguramente, simple casualidad.

Y tienes razón, Chamaruco. Cuántas veces me he reído tanto de lo que ha hecho alguien conocido que no he podido parar.

Hace muchos años, en una excursión de clase a Boltaña (Huesca) nos llevaron a las Cuevas de Seso. De siempre me han encantado las cuevas, así que me metí más feliz que para qué, incluído en unas galerías minúsculas, cada uno con su linterna.

El caso es que para poder avanzar había que ir tumbado totalmente, a rastras, como los marines en las películas, todos en fila. De repente, el chico de delante de mí se paró, y se echó a llorar mientras gritaba: "¡Me he quedado atascado!" (teníamos 9 ó 10 años, no más)

Creo que ha sido uno de los episodios más surrealistas de mi vida, y que más veces he contado.

En resumen diré que toda la gente que iba detrás de mí se puso a gritar como una loca, queriendo salir, de repente todos histéricos y claustrofóbicos. El chico de delante se agarraba a las estalactitas para poder avanzar pero las rompía (irreparable pérdida) (además de que ciertamente estaba... Recio) con lo que lloraba y gritaba todavía más.

Y yo...

Yo, que era la única que podía ayudar al chico, porque era la que más cerca estaba, no podía parar de reír. Era una situación tan absurda... Una de las Leyes de Murphy dice: "si conservas la calma cuando todo el mundo pierde la cabeza, entonces es que no te enteras del problema" A mí es algo que suele sucederme: cuanto más nerviosos están los demás, más calma guardo. Cuestión de llevar la contraria, tal vez.

Por supuesto, y como es de suponer, en cuanto se me pasó el ataque de risa ayudé a mi compañero a desengancharse y conseguí tranquilizarlo, con lo que salimos de la galería sin más problemas.

Qué aventuras...

Ardaleth dijo...

Muy cierto. Recuerdo hace años que me estaba documentando para un relato y en clase de alternativa hicimos un juego de preguntas donde había que preguntar una cosa cualquiera a otro de los colegas de clase. Yo pregunté: ¿Qué harías si un amigo tuyo tuviera un accidente de moto delante de ti? La respuesta: "Reírme de él. Luego iría a ver si le había pasado algo" Me sorprendió bastante!

En fin, admito que yo también me he partido la caja al ver ridiculeces de conocidos (o no), pero hay extremos y extremos ^^

Isabel dijo...

1º si algo existen, son las casualidades. Es en lo único que creo, de hecho.

2ºsiempre hay un límite. Lo cierto es que nunca me he reído de un accidente, o de una simple caída, hasta que no me he asegurado de que no era nada. Así que estoy de acuerdo contigo, Ardaleth: siempre hay un extremo.

3º No se qué es "de traca", así que... Ahí queda.