23.10.05

EL PROBLEMA DEBE DE SER ALGO QUE AÚN NO DETECTO

De hecho sí que lo detecto. Y claramente. Largos años de experiencia dan para mucho.

Ayer al final fui a la cena. Fui engañada vilmente, porque cuando abrieron la puerta de casa no estábamos 6... Sino 12. Además es un grupo que, sin ningún tipo de manía particular (bueno, alguna sí que hay... pero no viene al caso) no puedo sufrir. ¿Cómo explicarlo? Hoy reflexionaba sobre el asunto (tampoco mucho, porque me he levantado a la 1 del mediodía y en mi hiperactividad habitual he currado más de lo normal para poder recuperar horas) y me he descubierto pensando sobre cosas que hacía tiempo que no me planteaba. Es decir, mi rareza.

Afortunadamente con el paso del tiempo he ido encontrando gente que se parecía a mí. A cuentagotas, es cierto, porque no es algo sencillo, pero la he encontrado. Ahora mi círculo de amigos se encuentra limitado a universitarios o licenciados, personas de letras en su gran mayoría, y a frikis varios (pero no de estos de la tele, sino de los buenos, jeje) En definitiva, gente con la que me encuentro a gusto y puedo charlar sin tener que preocuparme por lo que digo. Personas a las que les puedo decir lo que estoy leyendo sin que me miren raro (en estos momentos una Introducción al Budismo Zen, de Suzuky, muy bueno), exhibir mi irónico sentido del humor sin que se ofendan, o comentarles mis últimas actividades culturales sin que se crucen de acera. Todo esto, y que cada uno de ellos son personas que me aportan cosas, me enseñan y con las que puedo tener conversaciones de interés, es lo que tienen en común. Que no es poco, desde luego.

¿Qué sucede? Que ha llegado un momento en el que sólo me relaciono con gente que es como yo, y, gracias a ellos, he olvidado mi constante debate de la adolescencia de "Soy rara. Odio ser rara" Ahora es al contrario: "Soy diferente, gracias a Dios (o a Eru, jaja)"

Así que todo es perfecto, todo maravilloso, el sol brilla y los pájaros cantan.

Pero bueno, siempre hay cenas como las de ayer, para que deje de fantasear con que todos somos frikys.

Para resumir, diré que el 85% del tiempo estuve callada, escuchándoles hablar sucesivamente de:

1. Ropa
2. Pisos y cómo tirar tabiques para crear un buen cuarto de invitados
3. Hombres y mujeres
4. Gran Hermano (tema en el que ¡Sí, al fin! dije algo, porque una de las comensales (jeje, qué literario, me encantan estas palabras) dijo que una de las concursantes tenía fibromialgia, y nos aclaró a todos que era una enfermedad en la que no tenías fuerza en las manos porque tienes poca fibra. Casi me meo)

En fin, así pasé la cena, mirando a unos y a otros flipando, con esas conversaciones de niños de 10 años, plagadas de tópicos. Al final en los postres apareció un tema del que podía hablar: la ley de prohibición del tabaco. Pero bueno, lamentablemente un gran número de fumadores son bastante intolerantes, y los de allí lo eran todos, y mucho, con lo cual era difícil dialogar con ellos. Las dos ideas que alegaban eran:

1. Querían tratar a los fumadores como perros
2. La culpa la tenía Zapatero

¡Qué bonita es la capacidad de raciocinio del hombre!

Y allí fui sometida a una serie de preguntas médicas de ideas preconcebidas bastante alucinantes (ya me lo decía mi padre, que si me hacía médico todo el mundo me hablaría de enfermedades) Una de ellas bastante curiosa, a saber, que todos teníamos un cáncer pero a unos se les hacía más grande o más pequeño y se les manifestaba más o menos. En fin, maravillosa sabiduría médica popular.

El caso es que la cena me trajo malos recuerdos, de aquellos tiempos no tan lejanos en los que hacer una actividad en grupo consistía en que yo acababa siempre alucinando, callada y sin saber bien qué decir, al darme cuenta de lo diferente que era respecto a los que me rodeaban. Pero lo más curioso es que la mayor parte de la gente es así: sus preocupaciones son la ropa, la tele, cómo decorar la casa y su debate más trascendente es si las mujeres conducen peor que los hombres. ¡¡La gente es así!! Y yo, afortunadamente, casi había llegado a olvidarlo y a pensar que todo el mundo es como la gente que me rodea a mí. Craso error.

En fin, nunca va mal un descenso a los infiernos para apreciar lo que tenemos cerca. ¡¡Muchas gracias a todos por ser como sois!! Gracias y también alegraros, porque ser diferentes es algo precioso. Seguimos siendo originales en un mundo de copias.



(Fe de erratas: los nombres no es lo mío: Kandisky, jeje, se me escapó una i)

3 comentarios:

Ardaleth dijo...

Sí, realmente de vez en cuando viene bien relacionarse con 'gente normal' para reafirmarse en el propio frikismo... y es que aunque hablara de no juntarse siempre con gente igual que tú, es muy cierto que tienen que haber puntos en común para que la cosa prospere.

Los 'raros' sencillamente no encajaremos nunca en ese mundo de ropa y pisos (y está bien que así sea). Viva el zen, el humor fino y las inquietudes culturales en general!

Siempre aspirando a morir como original. Besos ;)

PD: Me ha encantado lo de la fibromialgia y lo del cáncer XD

Isabel dijo...

Jeje, lo de la fibromialgia es un puntazo... Para fustigarte :)

De todas formas, ¡qué bien lo dices, glan maestla! Siempre hay que aspirar a mantenerse original. Es un objetivo primordial en la vida.

Namárië

Toxcatl dijo...

Ni se como aguantaste; yo ademas de no ser consciente de mi rareza tengo muy poquita paciencia y menos detalles que un panda con lo que me he ganao a pulso la fama de borde y no me suelen invitar a estos saraos salvo (eso si) que me aperciban previamente ("a ver que vas a decir, que tu ya se sabe sueltas lo primero que te viene a la cabeza siente bien o siente mal...", y cosas de estas)
De todas formas, en muchos casos, y ante el riesgo de una velada como la tuya, declino la invitacion amablemente